Me despierto, como las últimas noches a estas horas, voy a hacer pis y como tengo hambre, me como el alfajor 70% cacao que tenia en la mesa de luz desde la noche anterior (que no lo pude comer, porque estuve todo el día nauseosa y con malestar después de haber vomitado -de nuevo- a la mañana). Me desvele e hice lo que no hay que hacer cuando una se desvela: me puse a mirar el último capitulo de la sexta temporada de Outlander en el celular.
3.45 am: me doy cuenta medio de casualidad y porque me estaba volviendo a entrar el sueño, que no me quedaba dormida porque ya era la tercera contracción que me despertaba cuando estaba a punto de caer… epa, la tercera en cuanto? Si del capitulo pasaron solo 20 minutos…prendo el contador de contracciones de la aplicación, apago la serie e intento dormir.
4.30 am: bueno, ya hace una hora que no duermo, no miro serie, y cuento contracciones cada 10 minutos. Será? «Si a las 5 sigo así, lo despierto a papá» . «No te apures», pienso, «a ver si llegamos a dejar a Tahiel en el jardín antes de que todo se desencadene». Llegaremos? Faltan como mil horas. Capaz las contracciones se espacian antes, si es un «preparto hincha pelotas» como dice Lili, quizás en media horita desaparecen.
5 am: no desaparecen, firme cada 9 minutos y segundos. Son suaves igual, estas no son contracciones de parto. Yo me acuerdo de las de parto… El calor sofocante, el dolor enceguecedor. La necesidad de gritar. Estas no son. Falta. Lo despierto? Voy al baño de nuevo y lo despierto. Che, que onda igual? Estoy pasando las contracciones acostada. Y el movimiento para que baje y se acomode y todo lo demás? Bueno pero si lo siento así, me quedo así. La penumbra de la madrugada acompaña mi respiración acompasada y sonora, como soplando una vela, cada vez que siento que la panza se empieza a endurecer desde la zona del pubis hacia arriba. Me duelen los ovarios, pero acostada estoy cómoda. Vuelvo del baño, hice pis. No está la cabeza 🤣 no podía ser tan fácil jajaja… «amor, amor despertate, escúchame estoy con contracciones hace hora y media» «Uh, cada cuanto?» «Cada 10» «Uh, bueno» (todavía estaba medio dormido…) «nada, esperemos, pero te quise despertar para que sepas, y para que me acompañes, quizás aún pueda ser una falsa alarma…» «no pasa nada, me podes despertar cuando vos quieras!». Nos acurrucamos, lo usé de almohada para separar las piernas y cerramos los ojos. Contracción. «No se si se te pone toda la panza taaan dura» dice papá. Claro, él también está recordando las contracciones de parto, esas que parece que la panza se te va a salir para adelante… «pero si vos decis que la sentís, sos la que siente así que esta bien, conta conta».
En eso ya eran cerca de las 6:00 am: Se levanta la Abu Baby (ah, claro, no puedo omitir el detalle, la abuela, que vino desde Calafate para el nacimiento, está sin luz en su departamento hace más de una semana. Y el calor, no olvidemos EL CALOR. Desde el 4 de febrero que habíamos vuelto del sur, solo 2 o 3 días bajaron de 28 grados de temperatura. La ola de calor es sofocante. La más larga de los últimos 50 años del país, dicen. Y estamos a 14 de marzo y no afloja. Cuestión que el calor y la abuela sin luz, le dijimos que se quede a dormir en casa. En el sillón, porque aunque el corazón es grande la casa es chiquita y no hay donde más acostarse. Ya se quedó hace unos días, también para «practicar» por si tenía que quedarse con Tahiel cuando vos nazcas. Ah si, claro, otro detalle… el plan A era que Tahiel se quede con Nono y Teté en su casa, ya se había quedado muchas veces a dormir, la situación era familiar y el la pasaba bien, y además era cerca del Otamendi. PERO al Nono lo tenían que intervenir porque tenía una piedra atascada en un riñón. Fecha de intervención? 13 de marzo. Si justo decidias nacer ese día, Tahiel no iba a poder quedarse con ellos, así que activamos plan B y que Abu Baby se quedara en casa (pues su casa sin luz y encima se había inundado por el techo y estaban pintando y arreglando. El timing de todo, muy perfecto). Volvemos al momento. Se levanta la abuela al baño. Papá duerme. Yo no emito sonido, no quería que pensara que ya si, si quizás no. Al rato me levanto, voy a la cocina, tomo agua y miro el amanecer por la ventana. La veo despierta en el sillón, pero no digo nada y ella no dice nada. Vuelvo a la cama.
6.30 am: las contracciones siguen firmes y con papá vemos estrategia. El jardín abre a las 7.30, de última lo llevamos antes a Tahiel y les explicamos (él entra 8.30). Y la llamamos a Lili y vemos. Papá se pone un poco ansioso aunque no me lo diga: y si la llamas ahora? Para que la voy a llamar ahora si todavía tenemos tiempo? Yo no quiero correr y así no la despierto.
6.50: bueno, arriba, a preparar el desayuno y levantar a Tahiel (en un ratito). Le cuento a la abuela que desde las 3.30 contábamos contracciones y me abraza fuerte y se pone contenta. Le anoto en un papel la dirección del jardin: «tenés que ir a buscarlo a las 12, y se van para lo de mamá». El Nono no está para manejar porque lo intervinieron ayer, pero por suerte Abu Baby ya está en casa y eso hace la logística de llegar a recoleta más fácil. «Que suerte que me quede al final!» Dice la abuela. Le doy las indicaciones de todo lo que se tiene que llevar: mochila con mudas varias de ropa, pañales, etc., bolsa de juguetes, mochi del jardín. «Y paso a comprar unos ravioles por la fábrica de pastas así tus viejos no tienen que cocinar».
7.00: las contracciones se empiezan a acelerar, son cada 5. «Lo levanto a Tahiel » dice papá. «No, yo lo levanto». Es la última vez que lo voy a despertar siendo hijo único, me da un poco de nostalgia o de no se que. Lo levanto con mimos, abrazos, le hago upa hasta la cocina. Se despierta de buen humor y el desayuno fluye mientras sigo contando contracciones agarrada del borde de la mesa y dejando colgar la panza para abajo. No iba a comer, pero recordé que anda a saber cuando vuelvo a comer, así que me mandé los huevos revueltos con la tostada y un poco de fruta.
7.23: «llámala a Lili» dice papá. La llamo a Lili. «Estaciono y te vuelvo a llamar y me contas», me dice. Me vuelve a llamar a los 2 minutos. Le cuento: contracciones cada 10 o un poco menos, 7, 5… quiero llevar a Tahiel jardín… «Llévalo y cuando vuelvas me llamas de nuevo y vemos que hacemos.»
8.00 am: Papá sale para el jardín con Tahiel y la abuela. Yo me quedo en casa, mejor, no estoy muy cómoda. Filmo a Tahiel saliendo de casa, última vez que lo veo de hijo único, pienso. Dejo evidencia en foto y video de ese momento, y ordeno un poco la casa mientras espero que vuelva papá. Les mando a la puerpeamigas una foto de un salamin, y sin decir más nada, ellas que saben, me desean toda la suerte del mundo. El salamin que se convirtió en mi tradición de nacimientos, nos iba a acompañar a la clínica, obvio.
8.15: vuelve papá, llamamos a Lili, las contracciones eran más seguidas, pero aún las sentía suaves, tolerables. «Me quiero bañar antes de salir». «Báñate tranquila y nos vemos 9.30 en el Sanatorio.»
8.45: Me baño. Bajo la ducha te hablo: «llegó el momento. Vamos que hay equipo hijito, yo te ayudo a salir, vos hacé lo tuyo, papá, Lili y Vale nos acompañan, te veo pronto, si querés!». Salgo de la ducha, sacamos unas fotos, las últimas fotos de panzi, abrazo a la abuela y salimos. No puedo creer que «tenemos tiempo», le digo a papá en el auto. Igual él está un poco ansioso, lo noto aunque no me lo diga. Me bañe, me vestí (no salí de casa en camisón y alpargatas con un jogging abajo como la vez anterior, gritando por el palier), nos reímos, escuchamos la radio en el camino, intercambiamos fotos con Lili, que ya habia llegado, sonriendo. Por las dudas, toalla en el asiento del auto por si en el camino rompo bolsa. Aún no avisamos a nadie. Aún, puede ser una falsa alarma (aunque ya no lo creo tanto). Contracciones cada 5. Poses medio estrambóticas para pasarlas en el asiento delantero, porqué atrás están las sillitas de los niños. «Tranqui, tenemos tiempo, estamos bien estamos bien!» Le digo a papá.
9.30: llegamos. Qué puntualidad!! Abrazo a Lili y me lleva a la salita para revisarme mientras papá me anuncia en ingresos. 6 cm de dilatación. Bolsa integra. «Todavía está alto» dice Lili. Y tengo que admitir, pienso «uy, esta alto, será porque me la pasé en la cama? Bajará?». «Bueno, te quedas?» Pregunta Lili. Y si, me quedo!! Tengo que llamar a mamá, a Tete. Llamo. No hay señal. Vamos a admisiones al primer piso. Mamá se ve que recibió el llamado porque empieza a llamar a lo loco. «Que pasó? Ya nació?!?!» Manda mensaje desesperado. «Banca mamá ya te llamo, no nació!!». Hacemos la admisión. Llamo a mamá, le cuento que vamos a quedar internados pero que puede ir para largo, que Tahiel está en el jardín y la Abu Baby lo lleva para su casa cuando salga, y que lleva ravioles. El Nono por atrás hace un chiste de que si él pudo parir su piedra ayer, yo puedo también 🤣. Quiero cortar y me siguen hablando, paso contracciones mientras hablamos sin que mamá se de cuenta. Me desean suerte y mandan besos y amor. Corto. «Vamos al 5to, yo ya avise para que calienten la bañera» dice Lili y yo feliz porque está libre.
9.45: En camino al 5to piso, contracciones. Hay fotos, por supuesto. Lili empieza a documentar la cuestión. Llegamos y hay que esperar, no se bien qué estamos esperando.
10.10: llega Vale. Abrazo fuerte. Chistes sobre si «Mira si no llegaba»! Pasamos a una especie de área pre-quirurgica. La enfermera me dice: parto o cesárea? Parto, digo. «Sácate toda la ropa, la bombacha también, ponete el camisolín y sácate aros, cadena, etc.» Me acuerdo de un posteo de Lili sobre dejarse la bombacha si una quiere, «que me la saque ella -la enfermera- si tanto quiere que no la tenga puesta» pienso. El preparto me pegó combativa, se ve. Igual el resto me saco todo. Me dejo el top que lleve para usar en la pileta pero la enfermera me lo hace sacar… quiero ir al baño antes de pasar. Voy, hago pis, salgo y la dichosa enfermera ve mi botella de agua y se escandaliza. «Tu médica te dijo que podes tomar agua?!?!». Si. Le digo convencida, con cara de orto, y sin dar mayor explicación, y me abrazo a mi botella. Ya se había horrorizado minutos antes porque «no estoy en ayunas»… en fin. Papá se cambia también: Ambo, coso para los zapatos, cofia (cofia?) para el pelo.
Nos separamos un momento, él va a dejar nuestras cosas a un locker y a mí me llevan en silla de ruedas hasta la sala de parto. Entro y ahí están Lili y Vale, y la pileta llena. Una sala luminosa, amplia (mucho más amplia que mí propio living jaja). «Me hicieron sacarme todo y no tengo mí top para la pileta», les cuento un poco indignada. «Decile a Hans que te lo traiga!!» Dice Lili y me presta el celu. Lo llamo y le pido el top (spoiler alert, jamás me lo volví a poner). Me explican que van a ponerme el monitoreo para ver qué este todo bien y la vía intermitente. Yo se que eso es parte del acuerdo, estaba charlado. Me acuesto en la camilla, me conectan, me pincha Lili (hace un chiste de que tengo buena vena y siempre que lo dice después le cuesta pinchar, pero no hubo problemas por suerte). Por suerte Lili me recuerda que me puedo levantar de la cama aunque tenga el monitoreo puesto y paso algunas contracciones parada, con los brazos apoyados en la cama. No estaba muy cómoda. Viene papá (con el top). Todo es ameno, calmo, jovial. Risas y palabras alegres, hacemos bromas sobre el tiempo que está vez si tengo para «utilizar mis recursos», los que Lili y Jenny me dieron, y los que yo misma fui cultivando, desde la consciencia y el trabajo corporal, mental, emocional. Un laburito, digamos, que ahora tiene la oportunidad de salir a la cancha.
Volvemos al momento. Fuera el monitoreo y me dicen que cuando quiera, al agua. Papá me trajo el top, me lo ofrece pero le digo que no, hace mucho calor, me saco todo y me dispongo a entrar al agua. Un segundo de pudor confieso haber sentido, totalmente desnuda y con la vía en el brazo.
Antes, luchamos con el aire acondicionado pues afuera hacen 40 grados y ahí adentro 38 más o menos. Mucho calor!!! Es que da todo el sol por la ventana. Me saco todo y así como vine al mundo, voy al agua. No puedo describir el alivio, la liviandad, el placer de sentir el agua calentita en todo el cuerpo. La panza flota, vos flotas, yo floto cómo en una nubecita.
Lili dice: antes de mojarte más (too late ya estaba toda mojada, pero me seca la mano con una toalla), firmame esto que siempre me olvido después!! Era el certificado de nacimiento, creo, y los consentimientos por si después era necesaria (o pedida) la anestesia para algo.
Empezamos a jugar un poco, con las canillas, yo quiero agua más calentita.
Falta la tela (que no usé), alguien dijo, y la van a buscar. El agujero para colgarla está muy alto y nadie llega. Papá dice q el la tira y pasa y nadie le cree, se arma un juego, fue gracioso!! Porque la tira, y pasa a la primera!! Justo Lili lo filmó, y cuando termina de pasar, contracción en el agua. No mintamos, ya se siente bastante intensa la cuestión, pero con el oohh, respirando y moviéndome despacito en el agua, pasa.
Y aca un poco pierdo la noción del tiempo. Se qué cosas pasaron pero no sé bien en qué orden o en qué momento.
Si noto que el reloj de la pared, no estaba en hora, y por algún motivo me parece algo gravísimo. Insisto con que no está en hora, que lo arreglen o no lo miren cuando nazcas, me pone nerviosa. Lili dice: ah Sisi, pero no hace nada. Me exaspera un poco hasta que de nuevo contracción y me olvido del reloj.
Hay un duchador, le pido a papá que me tiré agüita en el sacro con eso, es la gloria misma.
Más caliente. Ahora más fría. Más caliente de nuevo. Masajes en el sacro con las manos.
Ahora No me toques (eso también está filmado). Contracciones y puteo, Lili dice que le gusta escucharme putear…
Todo se siente más intenso pero a la vez dejo de sentir el afuera. Entra alguien cada tanto, creo que enfermera, a preguntar cómo vamos. Lili dice que bien, que cuando entramos a la sala estaba con 8 de dilatación y bolsa integra, y ahora ni idea.
Recuerdo que dos veces, o tres, metieron el microfonito debajo del agua para escuchar tus latidos, un segundo o dos no más, y lo sacaban.
Antes hubo un chiste acerca de unos guantes gigantes que habían al lado de la bañera, parecían (eran?) para asistir un parto de un caballo, larguísimos.
Me ofrecen agua. Tengo sed. Traen botellita en una palangana con hielo. Papá la agarró y tomó primero, no lo dice pero está cagado de calor. Yo tomo. Demasiado fría para mí pero no digo nada de eso.
Las contracciones se vuelven intensas y yo, casi ida, la miro a Lili y medio lloriqueando le digo: Estoy muy feliz. Y ella me sonríe. No sé si feliz era la palabra. Desbordada de emociones, plena, no se cuál era aún no la encuentro. Pero definitivamente era feliz y algo más.
En algún momento, sensación conocida: me hago caca, pensé. Necesito ir al baño. Les digo. El baño, que estaba según entendí en la habitación de al lado, estaba ocupado. Nunca entendí dónde estaba en realidad. Cuestión que me ofrecen traerme una chata y dejarme sola para que pueda hacer en el piso. No me convencia, pero necesitaba ir. Lili y Vale me preguntan si me pueden revisar antes, no sea cosa que sea sensación de pujo. Me subo a la camilla, mojo todo porque estaba empapada y me revisan pero dicen que no, aún no es. Se van todos de la sala y ahí quedamos la chata y yo. Hago pis. Intento hacer fuerza pero la verdad es que no puedo en esa posición, en esa circunstancia, muy incómodo todo. Contracción. Me meto al agua y grito para que vuelvan a entrar. Me dió un momento de pánico estar sola ahí.
Que loco, tengo un recuerdo como si la sala hubiera estado en penumbra, cosa que claramente no, porque era cerca del mediodía y había un ventanal gigante y mucho sol (y calor) entrando de afuera.
Vuelven a entrar.
Se me confunden los tiempos del relato, me cuesta poner horarios a lo que fue sucediendo.
En algún momento digo: tengo mucha hambre. Lili me pregunta si no me traje algún snack. Le digo que Hans tiene galletitas en la mochila. Galletitas?! Dice Lili. Pero nena te hubieras traído algún fruto seco o algo así dice. Y bue, galletitas tengo, le digo. Y le dice a Hans que vaya a buscar y traiga escondidas, porque no se puede entrar comida a la sala de parto. Papá sale y las trae en un bolsillo o algo así. Me da unos pedacitos en la boca. Eran las galletitas cachafas de avena con chips de chocolate. Riquísimas. Pasan dos o tres contracciones, fuertes.
Mi mente se va a otro plano, y ahí, algo mágico sucede. Estoy en el agua, agarrada del borde de la bañera. Apoyo la frente, apoyo una mejilla. Miro hacia la ventana. Papá estaba frente a mi, creo, pero no lo miro. Y ahí, como cosa mágica vienen a mi mente, de la nada, mis dos abuelas y mi mamá. Sus caras aparecen, su presencia siento, es raro. Siento una emoción profunda, inmensa, que me envuelve. Siento su energía que me acompaña, como si me estuvieran mirando y dando fuerzas y de pronto siento que ahí, en ese momento, algo se sana, algo se transforma. Que el linaje que me antecede encuentra un camino y se libera. Todo eso en segundos, o minutos, quien sabe. Un instante de luz. Intensidad plena. Ahí si recuerdo la luz del sol entrando por la ventana. Me caen algunas lágrimas, la emoción es indescriptible. Y sonrío. Me sonrío, les sonrío, digo Gracias. Desaparecen.
Una melodía que no conocía sale ahora de mi mente. O quizás si la conocia, quien sabe. Y sale de mi boca casi sin intención. La tarareo un poco para adentro un poco para afuera. No sé si alguien ahí, en esa sala inmensa, se da cuenta de lo que pasa. Tarareo y sonrío y siento que bailo bajo el agua,caen algunas lágrimas más. Las piernas livianas, la panza se mueve. No sé si hay contracción. Respiro profundo y lento bailando con los ojos cerrados y la melodía que me acompaña desde adentro del ser (hoy es esa canción que te canto para que duermas…).
Un instante de realidad. Contracción fuerte. Ay, quiero vomitar… Me acercan algo, y ahí va mi galletita cachafas. Ahora ya no me acuerdo bien pero creo recordar haber pedido comer otra después de vomitar. Yo sabía que el momento se acercaba, el vómito era una señal (digo yo, que también hice tradición vomitar en el trabajo de parto).
En algún momento también, creo que entre la galletita y su lanzamiento, escucho sonar la alarma del celu de Hans «son las 11.45, hora de buscar a Tahiel». Me reí, pero al mismo tiempo pensé «esto me distrae (?)». Le dije a papá: apaga ese teléfono o silencialo por favor…
«Belu, en la posición en la que estás, no puedo ver lo que está pasando, si te animas, tocate y decime si la cabeza está ahí, porque yo así no puedo ver nada». Bajo la mano. Toco (toco? Qué toco?): «no está» digo. Y pienso: que increíble, está confiando en lo que le digo y yo que ni arrimé los dedos… » Estimé que si la cabeza estaba ahí me iba a dar cuenta.
Escucho las voces de Lili y de Vale. Escucho cosas desordenadas «la bolsa se habrá roto?», «esto es buena señal», «mirá el agua, ahora sí que algo cambió», «escuchala, cambió los gritos, ya está en su mundo». No recuerdo ya en qué momentos se dijeron esas cosas. Pero recuerdo las voces.
Recuerdo la mano de papá acariciando mí espalda, y sentir su cuerpo cerca del mío aunque estuviera fuera del agua.
«Si tenés ganas de hacer fuerza, pujá Belu». Tenía ganas, pero lo sentía extraño, no sentía la misma presión incontrolable que en el nacimiento de Tahiel. Hago un poco de fuerza pero siento que no estoy haciendo toda la podría, la que «debería». Esto todo en un diálogo interno, porque no puedo ya articular palabras.
Rodillas abiertas (ancho del mat, diría en la práctica), isquiones sobre talones, frente apoyada en el borde de la bañera. Grito. Pujo. Te siento. Tengo los ojos cerrados. No veo. Pujo más. Bajo las manos y siento tu cuerpo girar, aún dentro de mí cuerpo y entre mis manos, haciéndote camino hacia el afuera, hacia el agua. Aún hoy recuerdo esa sensación maravillosa. Aún hoy recuerdo esa sensación indescriptible de tu cuerpo girando y saliendo, propulsado. Se que ya estás ahí.
«Belu si te corres lo ves, ya nació Belu está ahí»
Yo sigo con los ojos cerrados, no entiendo mucho y entiendo todo.
Miro hacia abajo y ahí estás. Moradito bajo el agua. «Mirá Hans, miralo» digo porque no quiero que tu papá se pierda de admirar ese milagro, pero sin sacarte la mirada de encima. No sé quién está al rededor, no se dónde está papá o desde que ángulo te mira. Tardo en querer sacarte del agua. Quiero grabarme esa imagen, esa paz, la inocencia y la pulsión de vida inmensa ahí, en mis manos, bajo el agua, cómo en un espejo.»Necesito que me ayuden a irme para atrás» digo y en seguida varias manos me sostienen la espalda y te llevo a mí pecho fuera del agua.
Lo demás, es historia. Llegaste de este lado 12.10 del mediodía del martes 14 de marzo. Lloraste en mis brazos a los pocos minutos y en ellos te calmaste. Pesaste 2.990 gr. Te sostuvieron para que saliera del agua. Me tropecé con el cordón, lo pise y sentí un tironcito. Me acosté en la camilla para alumbrar la placenta. Cuando salió, la toqué, le agradecí, y Vale y Lili se divirtieron haciendo la impresión. Papá les saco fotos y les dio una mano porque la estaban haciendo al revés jajaja. Nos reímos todos. Vos en mis brazos. Hubo que frotarte un poco la espalda porque tardaste en tomar color, estabas un poco frío. Naciste rápido y no hubo tiempo de calentar más el agua de la bañera. Pero todo fue bien. Fue perfecto. Antes de la hora de nacer estabas en mí teta izquierda, prendido como un campeón.
Sali de la sala partos con vos envuelto en mil mantas, toallas y algo que era como un plástico «para que no te enfríes» , claro porque afuera de esa sala hacían como 20 grados menos. Nos dejan en una mini habitación de preparto porque estaban todas las habitaciones ocupadas. Entramos ahí y te saco todo y te dejo piel con piel en mí pecho, tomando teta. Durante el posparto lo único que me dolía, era la cabeza. Sentía un dolor en la frente. «Cómo un golpe» le digo a papá. «Y claro, si te apoyaste la frente en la bañera mientras pujabas» me dice. Y claro, eso era. Le conté a Vale y a Lili cuando me visitaron, que ese era mí único dolor, nos reímos.
El agua y el cuerpo, fluyendo, la sabiduría, la historia y el presente y la vida, tan sabia. Ni un dolor ni una molestia y la sensación de poder conquistar el mundo, una tetita a la vez.
Solo siento infinita gratitud hacia todas las almas que fueron parte de este encuentro. A fuego grabado en mí cuerpo y en mí mente.
Hoy, exactamente un año después, termino de escribir estas palabras. Te escucho respirar dormido a mí lado y lloro de la emoción de saberte conmigo. Te amo hijo. Gracias por enseñarme tantas cosas. Feliz cumpleaños.